Las personas que me seguís desde hace tiempo, sabéis que años que visito Spas con regularidad, sobre todo en los cambios de estación. Sus servicios me ayudan a reconectar con el cuerpo, volver a mi ritmo natural saliendo de la vorágine de día a día. También a mejorar mi nivel de bienestar físico y mental. Por eso, cuando descubro una experiencia que me sorprende, o incluso aporta novedades interesantes, os lo cuento de inmediato.
Hoy os contaré mi experiecia, en la que viví el epítome del bienestar, y cada momento fue un deleite para los sentidos. Llevaba dos días de viaje, y aunque contenta de vivir los encuentros que el viaje me deparaba, me sentía un poco estresada y físicamente cansada. Las esperas en las estaciones y aeropuertos, estar horas sentada, los cambios de horarios, llevar el equipaje, y los cambios de alimentación me afectaron.
Al entra en Halmma, sentí que una atmósfera de tranquilidad me invitaba a para el ritmo. Lo que sentí al abrir la puerta y entrar, fue como entrar en otra dimensión de paz y tranquilidad. La iluminación, la música, el aroma suave que preparaba el escenario para la indulgencia.
El viaje comenzó cuando me senté a tomar el te y el terapeuta llegó y me hizo unas preguntas sobre como me encontraba y si tenía alguna zona en la que no me gustaba recibir el masaje o alguna lesión. Después de tomar el té, dejé mis cosas en el vestuario para después pasar por un entorno secreto del que no puedo contaros más.
Luego un baño relajante y un masaje que era más que un simple tratamiento; era una coreografía cuidadosa de manos expertas que disolvieron cada nudo de tensión. La experiencia te lleva a pararte, relajarte y disfrutar del aroma que pude escoger. Para el masaje se usan aceites vegetales que dejan la piel muy nutrida e hidratada.
El personal, verdaderos artesanos del bienestar, se aseguró de que cada detalle contribuyera a mi relajación. Desde la atención personalizada hasta los pequeños detalles, hicieron que mi experiencia fuera única.
Al salir, mi cuerpo se sentía rejuvenecido y mi mente, serena. Esta experiencia en el spa no fue solo un escape; fue un regalo para el alma. Recomiendo a todos que se permitan este lujo ocasional, una inversión en su bienestar.